Los 
lazos invisibles
 
Querid@s 
tod@s,
  No son  los lazos de sangre. Los genes hacen que se tenga parecido 
físico y a veces, también en el carácter. Sólo eso.  Esos lazos genéticos, de 
sangre, existen, claro, pero no unen. Hay muchas familias que se tratan, se 
encuentran en las fiestas, los cumpleaños, comidas familiares, funerales… y no 
están unidas.
  Pero también existen unos  lazos invisibles, muy sutiles, 
pero que unen fuerte, fuerte.  No se ven, si no son necesarios, pueden pasar 
años completamente inadvertidos.  Aunque no  se notan, están ahí,  ya lo creo 
que están.  Cuando hacen falta, sacan su fortaleza y crean una especie de red, 
en la que uno se apoya  y no se cae.  Aparecen sin llamarlos, como si nada. No 
sé si vosotros lo habéis vivido, yo sí, yo tengo esos lazos que me apoyan y me 
sujetan, no me caigo. Yo ya sabía que esos lazos existían, pero ahora, que los 
necesito, compruebo que son muy  fuertes, mucho más de lo que 
imaginaba.
  Mirad  con atención la foto de arriba, esas niñas tan 
puestecitas posando  para el fotógrafo (entonces eso era todo un evento), era  
una época gris, pero en esas niñas había luz, una luz intensa que creó esos 
lazos invisibles. Han pasado casi cincuenta  años, la luz peina bastantes canas 
y tiene algunos achaques, se  ha hecho más plateada  y los lazos se han hecho 
tan fuertes como las raíces de un árbol centenario y tan flexibles como una 
hierba de primavera…  Hubo quien los tejió, claro…, de tal palo, tal 
astilla.
  La existencia de esos lazos invisibles es lo más valioso que una 
persona puede tener, hacen que la vida, sea cual sea la situación, merezca  la 
pena. Unas veces toca apoyarse en ellos y otras, tejer y apoyar por nuestra 
parte.
  Todos pasamos por épocas mejores  y peores. Muchas veces, 
erróneamente, consideramos que las dificultades  económicas hacen las épocas 
malas, pero si una descubre la existencia de ese tejido de lazos invisibles tan 
fuertes,  sólo es una época de tránsito, de inventiva  constante, una aventura 
vibrante que potencia la iniciativa y la imaginación y es de de todo menos 
aburrida.
  Os deseo sinceramente que podáis disfrutar de un tejido fuerte 
de lazos invisibles. Comprobaréis cómo la especie humana tiene mucho de bueno, 
aunque a veces, cueste trabajo creerlo.
  A toda la comunidad de La Sal, y 
de forma muy especial a esas tres niñas del frente de la foto, desde el fondo de 
mi corazón, un beso muy fuerte,
  Pepa 
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